Hablemos de los elementos cruciales de la planeación urbana. Preguntémonos: ¿qué es una ciudad? ¿Qué hacemos aquí? Si hay tanta contaminación, tanta gente, tanto ruido... ¿por qué seguimos aquí?
Estamos aquí por la gente. Estamos aquí porque interactuar con extraños nos beneficia. Todos los días nos beneficiamos de ideas, servicios y productos que fueron ideados, producidos o gestionados por desconocidos. La gente es la que crea a las ciudades. Los edificios y la infraestructura sin la gente, por hermosos que sean, se convierten de inmediato en ruinas arqueológicas.
Las ciudades son los lugares físicos donde nos aglomeramos y en donde las interacciones entre nosotros crean más de todo. Como un reactor. O como dice mi teórico urbano favorito, Luis Bettencourt: como el interior de una estrella.
Las ciudades son motores superlineales. Es decir, donde la suma de las cosas produce más de lo "esperado". Yo lo escribiría con el trilladísimo: 1 + 1 = 3, pero Bettencourt lo expresa con esta fórmula:
Y = Y₀ N^β
Es decir, cualquier variable urbana (producción económica, innovación, infraestructura, incluso crimen) se puede expresar como una función del tamaño poblacional. Las ciudades requieren menos (por ejemplo, calles pavimentadas, β < 1), y nos dan más (PIB, β > 1).
En las ciudades, gracias a su densidad habitacional, se manifiestan dos fenómenos fundamentales: la economía de aglomeración y las economías de escala. La economía de aglomeración se refiere a los beneficios que surgen cuando muchas personas y empresas se concentran en un mismo lugar: mayor intercambio de ideas, mercados más amplios, reducción de los costos al interactuar entre nosotros. Las economías de escala, por otro lado, se relacionan con las eficiencias logradas al prestar servicios o producir bienes para grandes poblaciones: mientras más grande es la escala, más bajo es el costo unitario; es más fácil justificar crear y proveer objetos y servicios que serían económicamente inviables en lugares remotos.
El transporte público masivo, por ejemplo, existe porque la economía de aglomeración lo hace viable, igual que los hospitales de alta especialidad o las redes que distribuyen agua, electricidad e información.
La economía de escala, en cambio, se manifiesta cuando el costo por persona disminuye conforme más usuarios acceden al mismo servicio. Esto permite que los sistemas centralizados operen con mayor eficiencia y ofrezcan precios más bajos, algo que en contextos poco densos puede ser imposible.
La ciudad permite la existencia de servicios y productos que, de otra forma, en otro lugar, serían inviables. Por eso seguimos aquí: porque, a pesar de todo, aquí es donde podemos acceder a una educación de calidad, aquí hallamos dónde tomarnos un “bobba tea” porque lo vimos en la televisión y se nos antojó, es aquí donde podemos comprar una medicina a las tres de la mañana o comer sushi o tacos a medianoche. Todo, preparado, ejercido, distribuido y cocinado por extraños.
La ciudad es donde le enseñamos a nuestros hijos a no hablar con extraños, pero todos los días nos beneficiamos de su existencia.